lunes, 5 de noviembre de 2007

Poesía inédita de Javier Cevallos


El mundo encerrado tras una ventanilla: 16A, 3F, 8D, 24C; diferentes lugares archivados en la memoria, como en una ficha mnemotécnica. Es posible que la muerte sea algo similar. El mundo emburbujado que corre hacia atrás y se detiene abruptamente. El avión toma impulso, las aleaciones traquetean, presas de un furor inconcebible. Se intuye un motor (omnipotente, omnipresente) consumiéndolo todo con un ardor genésico, un soplo divino. El aparato se congestiona en un espasmo delirante.

Yo permanezco sentado, aferrado a las entrañas del monstruo en gestación; me atenazo a él, mientras corre furibundo, en estampida.

Lo onírico del vuelo: el sexo reprimido que se libera.

Después de soltar las amarras, solo resta abandonarse al sopor.


***

Terminal 12 y adioses en espera:
el mundo se asoma a mi ventanilla.

***

¿y si el viaje no debiera terminar?
esa luz azulada que se prende y se apaga
transmite, en un código desconocido,
secretos a mi alma.

***

nadie me espera.

***
¿y si todos los puertos fueran embarcaderos,
en continua despedida?
la vida no se detiene por el pasajero rezagado.

***

Museo del Prado
Velásquez, Goya, Picasso
Las Meninas
Museo del Jamón (un restaurante)
Paella vegetariana
frío
nieve
mañana Toledo
13 horas en el avión
tsunami mata 150.000 personas
te amo

***

DUBROVNIK

La pequeña sinagoga permanece desierta. Limpia y sórdida. El olvido corroe las viejas piedras: nada que merezca ser contemplado. Sin embargo, atravesando la puerta, recorriendo las calles angostas, más allá de las murallas y los muertos y el rencor que corre desbocado por entre las almenas, debajo de los toldos; el odio que se precipita por la costa escarpada... más allá, solo el mar.

El Adriático no miente.


***
Sarajevo,
el ofertorio en ladino
que la lápida recoge.

Quito,
la vieja menhorá
aún retiene agonizantes pavesas.

***

Del otro lado de los ventanales
los operarios se deslizan como insectos furiosos

equipajes con destinatario
boeings con itinerario
todos saben adónde ir

excepto yo

***

Los destinos se van borroneando,
se deshacen ante los ojos.
El mundo se abandona en huellas
que el viajero atesora.

***

Ahora,
gota insistente sobre el abrevadero;
el instante de cambio
en el tablero de salidas.
Hemos arribado con minutos de tardanza,
siempre lo hicimos.

***

Pido perdón, a lo lejos,
vocifero desde un aeropuerto a otro.

Ciudadano del mundo
entre las oficinas de inmigración
y el pasillo aeroportuario.

***

Terminal
punto focal del dolor
casa de nadie
siempre aquí
nunca hogar
la asepsia no implica peace of mind







Javier Cevallos Perugachi (Quito, 1976) Poeta, actor y dramaturgo. Ha publicado La ciudad que se devoró a sí misma (2001) y C (2005). Es miembro del consejo editorial de Látigo, red latinoamericana de creadores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algunos textos ya los conocía pero sin duda que Javier tiene buen vuelo. Bien por su poesía.

Saludos,

A. R.